5/2/13

Biutiful




 
 
Esta película, junto a Vicky, Cristina, Barcelona, ha sido la que más proyección internacional ha dado por imágenes a la ciudad de Barcelona. Sin embargo, la visión de la ciudad en una y otra producción es totalmente contrapuesta. Ésta centra la atención en aquella gente que vive al margen de la sociedad. Mientras el director estadounidense nos presentó una Barcelona bucólica radiante de felicidad, como si de una postal de reclamo turístico se tratase; el mexicano decidió situarse en el extremo radicalmente opuesto. Se refleja una Barcelona que se identifica más con las 3 chimeneas del Poble Sec que con las torres de la Sagrada Familia. Una Barcelona degradante que va asfixiando hasta la muerte a los más desfavorecidos. Si a Woody Allen esa imagen perfecta de la ciudad le sirvió para contentar a sus productores, a Iñárritu la urbe marginal le funciona como telón de fondo perfecto para otra durísima historia sobre el llamado cuarto mundo, ese que subyace tras el escaparate turístico. Aunque sin duda la gran diferencia entre ambas producciones es que en Biutiful, Barcelona no es el reclamo, sino que  es la capacidad de Bardem para hacernos olvidar esas penurias con un personaje lleno de matices. Según diversos críticos cineastas, Biutiful “es más realista porque toda gran capital tiene esos bajos fondos, ese mundo mucho más duro para sobrevivir en el que nunca transita ni el ciudadano barcelonés ni el turista”.
Para ambientar este extraño drama sobre la salvación de un alma al borde del abismo, se utilizan numerosos escenarios de la ciudad e incluso de la periferia. En la película aparecen varias partes de Barcelona. La parte sur, debajo de la plaza Catalunya entre el Raval y el Poble Sec, el colegio de la calle Sant Pau, grandes carreras de persecución por el Paseo de Gracia, impactantes imágenes de locales en la frontera con Sant Adrià, en la iglesia de Sant Joan Baptista de Santa Coloma de Gramenet y calles de Badalona.
Uxbal (Javier Bardem) es un marginado de baja extracción social que se dedica a entregar regularmente, sustanciosos sobornos a unos corruptos Mossos d’Esquadra para que hagan la vista gorda en determinadas zonas, en las que un grupo de senegaleses vende sus falsas mercancías. Sin embargo, los Mossos quieren cada vez más dinero, y los senegaleses, por su cuenta y riesgo, venden además heroína. Todo ello provoca que los Mossos carguen, con desproporcionada violencia, contra esos vendedores africanos que trabajan para Uxbal, en plena Rambla Catalunya y Paseo de Gracia.
En la calle Canyameres, en la zona de La Prosperitat, se encuentra el local donde el equipo de rodaje y los técnicos habían utilizado para cambiarse de ropa. Posiblemente los interiores rodados en esta calle sean los más utilizados en la película por Bardem y su familia. También, hacia el final de la película, Bardem, aparece cruzando el llamado “Puente de Sarajevo”, que comunica Trinitat Nova con la Trinitat Vella.
La visión de Barcelona va desde planos panorámicos hasta escenarios concretos, unos menos emblemáticos y otros más, como por ejemplo: La Plaza Catalunya, Vía Laietana, las Ramblas, el cementerio de Sants, la casa Burés o la playa de la Barceloneta.
Sobre este tema, Iñárritu confesó que: “Cuando paseé por Santa Coloma, Badalona o el Raval, encontré comunidades increíblemente diversas, vibrantes, ecléctivas, conformadas por africanos, árabes, rusos, chinos… Es fascinante”. Viniéndole como anillo al dedo para reflejar el verdadero significado de la película, que no es otro que plasmar los problemas de la inmigración, la explotación y la falta de integración en la sociedad.
Las Ramblas y el cementerio de Sants, en Biutiful, donde Uxbal y su hermano, a costa de conseguir unos euros, venden el nicho donde está enterrado su padre, al que sacan del ataúd. Iñárritu hizo colorear y pintar algunos nichos como si estuviesen vacíos, e hizo también pintar ataúdes como si estuviesen medio salidos, para dar una apariencia más tétrica al cementerio.
Y ya por último, nos queda la impactante escena de la película rodada en la playa de la Barceloneta, con las Torres Mapfre de fondo. Queda claro que Biutiful es capaz de enseñar que no todo en Barcelona es Gaudí y diseño, ni todos sus habitantes se pasean en bici escuchando música en su reproductor.
 

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